El futuro de la carne argentina, Inserción externa, sanidad, y certificación y trazabilidad.
“El campo es mucho más que campo” fue la consigna central de la jornada ganadera desarrollada este martes en el marco de la Expo Rural 2024. Durante el panel “Desafíos ante el nuevo panorama”, se analizaron tres temáticas particulares: El camino hacia una mayor inserción externa; Sanidad y estándar mínimo, y Certificación y trazabilidad.
Sobre la primera temática, Marcelo Regúnaga, ex secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca durante las presidencias de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, marcó “la necesidad de tener una visión común en la sociedad para pensar en crecer en el largo plazo, a partir de los sectores competitivos, como el agropecuario y el ganadero en particular”.
El ex funcionario apuntó que Argentina exporta muchos commodities, pero debe agregar más valor, poniendo como ejemplo lo que hace Estados Unidos. “La primera transformación es producir más carne, pero la estructura productiva argentina está muy condicionada por los cambios de políticas y por las políticas anti agropecuarias. Eso repercutió más en la ganadería”, remarcó.
En este punto, Regúnaga reclamó “políticas de Estado para crecer a partir de una estrategia de inserción internacional”, agregando que “se necesita construir la visión que es teórica y debe ser concreta. Creo que hay una distancia entre los anuncios generales hechos por el Presidente (Javier Milei) y las necesidades concretas de la Argentina”, analizó.
En un tramo de su exposición apuntó lo imperioso que resulta tener una política comercial, macroeconómica y tecnológica, “para que esa visión de crecer exportando e insertándonos en el mercado mundial sea una realidad”.
“Los productores ganaderos y todos los productores, si les generan incentivos, responden inmediatamente”, afirmó y recordó que en los años 90 se eliminaron las retenciones y se autorizó la soja transgénica. “Eso implicó un cambio rotundo porque comenzó la generación de precios relativos más favorables y estabilidad. Cuando el productor tiene condiciones es uno de los que más rápido se adapta y nuestra agricultura es la que tiene más respuestas a los incentivos económicos”, aseguró.
Sanidad y estándar mínimo
Entre los desafíos ante el nuevo panorama cárnico, la temática “Sanidad y estándar mínimo” fue abordada por el médico veterinario Jorge Dillon, ex director Nacional de Sanidad Animal (SENASA) en el período 2005-2012, y ex subsecretario de Ganadería de la Nación (2013/2015).
El profesional, a partir de su larga trayectoria dentro de la función pública, comenzó por defender el estándar sanitario del país: “En lo que se refiere a sanidad animal podemos decir que Argentina goza de buena salud, no tiene las principales enfermedades que limitan el comercio mundial de carnes. Desde que somos libres de aftosa, con y sin vacunación en Patagonia, que no tenemos encefalopatía espongiforme , y otras tantas enfermedades de las cuales somos libres, estamos mejor posicionados para acceder a muchos mercados”.
De todas formas, reconoció que “tenemos una limitación porque seguimos vacunando (contra aftosa) y algunos países asiáticos, como Corea y Japón, todavía tienen ciertas restricciones y lo mismo otros mercados, y esa es una de las cuestiones que tenemos que plantearnos hacia futuro”.
En el caso de los porcinos describió que las principales enfermedades (peste porcina clásica y peste porcina africana), no están presentes en Argentina o fueron erradicadas, lo cual posiciona muy bien al país para el mercado externo.
En avicultura opinó que el año pasado “se actuó bien” en el control del brote de influenza aviar, y “se consolidó el estatus sanitario en cinco meses y medio, erradicamos la enfermedad. Costó mucho, tuvimos que aprender, pero lo cierto es que se pudo y eso demuestra la fortaleza del sistema sanitario nacional, especialmente desde el servicio oficial junto al resto de los actores del sistema”.
A futuro una de las principales alertas es por las resistencias antimicrobianas, y en este punto consideró que “hay antibióticos y sustancias que se deben prohibir, como hormonales, antiparasitarios que afectan la inocuidad de las carnes y hay que tener mucho cuidado con eso, porque hay mercados que los restringen”.
En lo que se refiere al estándar mínimo sanitario, el profesional puso el acento en “la gran cantidad de frigoríficos que tenemos en el país, algunos con un estándar higiénico sanitario muy deficiente, que genera muchos problemas de salud en la población, porque la mayoría de las enfermedades transmitidas por alimentos se generan en la faena”.
En este sentido, planteó que “hay cuestiones que no son negociables desde el punto de vista de un frigorífico, como el manejo de los animales, bienestar animal, el proceso de faena, las cámaras y el ambiente refrigerado, porque todo eso hace a la calidad de la carne”.
Para cerrar convocó a encontrar “un gran acuerdo dentro de la sociedad, porque acá todos los actores tienen que hacer lo suyo, no sólo los estados nacional y provincial. La sociedad tiene que exigir mayor higiene y calidad en la carne. Esto es cuestión de decisiones políticas, pero también de mejor comunicación y que la sociedad reclame lo que nos exigen en el mundo cuando exportamos carne”.
Trazabilidad y certificación
El ex presidente del IPCVA, Juan José Grigera Naón, junto al presidente de la Asociación de Productores Exportadores, Fernando Herrera, se explayaron sobre la importancia de la trazabilidad y la certificación.
Grigera Naón ubicó como ventaja que Argentina “ya cuenta con un sistema de trazabilidad ganadero, que funciona y habrá que perfeccionarlo o aggiornarlo”, pero en otros países se toma a la trazabilidad como una herramienta de acceso a mercados y es política de Estado, comparó.
“El consumidor quiere tener información y hay que brindársela de la manera más fehaciente posible, también debe ser comprobable y auditable. Eso también ayuda al productor a manejar zootécnicamente su rodeo y, sobre todo, se termina con la informalidad”, expresó.
En la misma línea, Herrera explicó que “hay algunas barreras que hay que levantar del lado del productor, por ejemplo, la de pensar que la certificación es un costo o algo impuesto. Hay que tomarlo como una posibilidad para participar de mercados de alto valor. Hoy en día el consumidor demanda certezas y a eso hay que certificarlo”.
Para favorecer que el productor invierta en estas tecnologías, el analista consideró necesaria “una situación macroeconómica más estabilizada, para que el productor empiece a confiar, y que agregar kilos y valor a su hacienda le conviene, le sirve, le es rentable, y eso viene de la mano de incorporar las certificaciones y mejorar todo lo que es producción”.
Es de destacar que las tecnologías para lograr este avance están disponibles en el país y son accesibles, “no estamos hablando de nada extraño, sino que es un poco de trazabilidad y después certificar determinados procesos. No alcanza hoy con decir soy el mejor y produzco la mejor carne del mundo, sino que hay que demostrarlo y certificar”.
El investigador completó su exposición con ejemplos de las últimas ferias de alimentación en las que participó, donde “cuando se habla de promocionar la carne ya nadie habla de que es jugosa, es tierna o sabrosa, sino que destacan que es sustentable, que no contamina, que el ambiente está protegido, cosas que no tienen tanto que ver con el producto, sino con lo que lo rodea. El producto ya está establecido, ya sabemos qué quiere el mundo, qué calidad quiere, ahora lo que estamos viendo es cómo insertarnos en estas demandas, certificando para que vean que cumplimos”.