Se acerca otro fin de campaña de cultivos de gruesa y surge la necesidad de preparar el terreno con el objetivo de repetir, e incluso superar, los rendimientos y la superficie cultivada el próximo año. Es en este momento que se debe planificar la rotación de cultivos y decidir la siembra de trigo, cebada, avena, cultivos de cobertura, pasturas o, simplemente, realizar un barbecho químico con el fin de mantener el suelo, acumulando nutrientes y humedad, para aprovechar durante el próximo ciclo.
Para lograr este objetivo, el manejo de malezas es clave a fin de evitar que se consuman los recursos tan preciados para los cultivos subsiguientes.
Sin embargo, debido a la resistencia a diferentes modos de acción, el manejo de las malezas se ha complejizado en los últimos años, dando como resultado especies de gramíneas y latifoliadas resistentes a glifosato, graminicidas, sulfonilureas y hormonales e incluso en algunos casos con resistencia múltiple a más de uno de estos modos de acción.
El desafío que presenta el manejo de malezas
La resistencia de las malezas obliga a conocer más sobre el modo de acción de los productos, su comportamiento dentro de la planta y el manejo adecuado durante la aplicación para evitar problemas de control. Así mismo, es preciso entender cómo se comportan en mezclas de tanque. Esta técnica es cada vez más frecuente debido a la necesidad de utilizar varios productos para atacar diferentes problemáticas, a diferencia de la aplicación exclusiva de glifosato que venía utilizándose durante tantos años.
Los herbicidas más utilizados para el barbecho químico son el glifosato, el 2,4-D y dicamba. Estas tres moléculas se comportan como ácidos, insolubles en agua. Para lograr solubilizarlos y mantenerlos estables en una suspensión de producto formulado deben combinarse con sales. A menor calidad de sal empleada en las formulaciones, mayores son las probabilidades de sufrir cortes de caldos en las máquinas pulverizadoras, generando problemas como tapado de picos, filtros, cañerías, etc. que perjudican el funcionamiento de la máquina, y pueden provocar contaminación cruzada en otras aplicaciones y dañar así los cultivos.
Además de determinar la compatibilidad en las mezclas de tanque, la calidad de las sales empleadas puede influir en la volatilidad de las moléculas de 2,4-D y dicamba (el glifosato es considerado no volátil). Las sales del tipo éster, en cualquiera de sus formas (butílico, isobutílico, etilhexil) son las más volátiles y pueden provocar pérdidas importantes en los cultivos vecinos, y por esta razón su uso está restringido en varias provincias. En cambio, las sales del tipo amina (monometilamina, dimetilamina, diglicolamina) son prácticamente no volátiles y su uso está permitido todo el año.
En el caso del glifosato, la calidad de las sales determinará principalmente la compatibilidad con otros productos. Este es un factor crítico ya que prácticamente, debido a la resistencia de las malezas mencionada anteriormente, en el 100% de las aplicaciones se utiliza algún tipo de glifosato y uno o más productos que acompañan la aplicación. De hecho, una mezcla muy frecuente es el uso de glifosato + 2,4-D. Las sales contenidas en estas formulaciones en orden decreciente de calidad son dimetilamina e isopropilamina, potásica y amónica.
Por otro lado, existe una tendencia a reducir los volúmenes de aplicación, y sin hacer un juicio de valor sobre esto ya que existen posiciones encontradas al respecto, en cualquier caso, se debe asegurar la utilización de productos de altísima calidad. Esto se debe a que, a medida que se reduce el volumen de aplicación, la misma se hace más exigente, no solo desde el punto de vista del control sobre la maleza -ya que se debe alcanzar al mismo target con menor volumen- sino también de la complejidad en las mezclas de tanque por la compatibilidad de las formulaciones.
Para realizar aplicaciones efectivas de herbicidas en barbecho, evitar fallas en el control y problemas de compatibilidad, es preciso conocer las formulaciones a utilizar y aplicar productos formulados con materiales de alta calidad. Esto es para garantizar la compatibilidad en mezclas de tanque, la disminución de la probabilidad de volatilidad y asegurar una buena eficacia de control.
Además, es recomendable realizar pequeñas pruebas previas a la mezcla en la máquina pulverizadora.
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