
Matías Amorosi
Los resultados económicos de maíz y soja ingresaron a terreno positivo, pero subsisten temores acerca de la evolución de las lluvias en el mediano plazo
La mejora de precios de las ultimas semanas insufló oxígeno a los agricultores que llevan adelante la campaña 2020/21. Las cuentas salieron de la zona de pérdidas que se observaba en invierno, cuando las cotizaciones se derrumbaron por efecto de la pandemia y las perspectivas de altos stocks mundiales que luego se diluyeron en gran parte.
Quien hoy decida asegurar los precios que se ofrecen a cosecha tiene perspectivas de rentabilidad atractiva, sobre todo con el maíz, aunque también enfrenta las amenazas de un clima que, más allá de las recientes lluvias, puede jugar en contra en el mediano plazo.
En ese contexto, “tranqueras adentro” comienzan a delinearse algunas tendencias en cuanto a la asignación de superficie a cultivos en diferentes regiones. Así, en la zona núcleo, los agricultores están volcando al maíz por su mejor precio relativo y su mayor resultado económico respecto de la soja de primera.
En efecto, los cálculos preliminares muestran que, con los precios esperados a cosecha de mediados de octubre, se necesita un rendimiento de 68qq/ha para cubrir los costos de producción y cosecha del cereal en campo alquilado, un rinde más fácil de obtener que 32qq/ha de soja de primera, según datos de la plataforma AGBI.
Algo similar se refleja en los márgenes netos de los cultivos: 523 dólares por hectárea para el maíz versus 191 de la soja.
No obstante, los resultados teóricos esperados no son el único driver en la toma de decisiones para la asignación de superficie. Por ejemplo, en caso de escasez de humedad y demoras en la implantación del maíz, hay que considerar que el precio de venta en julio de 2021 es 15U$S/t menor al de abril y que generalmente hay que pagar costo de secada (8 a 10U$S/t), lo cual esmerila el resultado esperado del cereal.
Por otro lado, la soja presenta ventajas desde el punto de vista financiero: su costo de producción es casi 200U$S/ha menor que el del maíz, un factor que considerarán los agricultores desplatados.
A su vez, variaciones potenciales en el precio de la oleaginosa tienen menor impacto que en cultivos como el maíz, en el que el ingreso se ve afectado por las mayores toneladas por hectárea. Un dólar de caída en el precio de soja serían cuatro dólares menos por hectárea mientras que, en maíz, por cada dólar de reducción caería 10 dólares el ingreso.
En los márgenes de la zona sur de Buenos Aires se acentúa la menor competitividad económica de la soja temprana por menores rindes. En esa región, los mejores resultados corresponden al girasol, por la reciente recuperación de precios. Asimismo, promete buen resultado el doble cultivo trigo/soja por buenos rindes y precio del trigo.
Conclusiones
En octubre, la agricultura 2020/21 brinda un panorama económico bastante mejor que los críticos números que se calculaban en invierno. En los primeros días de junio de 2020 se ofrecían 127U$S/t para el maíz abril de 2021 y 219U$S/t para soja mayo. A mediados de octubre, los valores alcanzaron 168 y 270U$S/t, respectivamente, superando a los de diciembre de 2019: 145 y 253U$S/t.
No obstante, será otra campaña con cuentas muy finas porque subsisten los riesgos climáticos; nadie puede asegurar hoy que se alcanzaran los rindes históricos si las lluvias son menores a lo normal en noviembre, diciembre o enero.
Habrá que sembrar solo buenos potreros y asegurar precios capturando las cotizaciones que se ofrecen a cosecha mediante contratos forwards, ventas futuras o, mejor aún, con opciones.