Un rodeo que tiene una enfermedad venérea, cada 100 vacas, preña entre 40 a 70, según sea la enfermedad. Recomendaciones para un manejo eficiente.Los productores ganaderos argentinos son los primeros eslabones de la cadena de producción de alimentos. En su conjunto, trabajan incansablemente para producir más kilos de carne o litros de leche, produciendo de esa manera proteínas de alta calidad, y con la seguridad sanitaria que requieren dichos alimentos.
Los ministros de Salud del G-20 acordaron las cuatro prioridades sanitarias globales. Dos de ellas, tienen relación con la producción de ganado vacuno: su bioseguridad y su inocuidad como alimento, y en los que se engloba la resistencia a los antibióticos (por uso sin prescripción/receta veterinaria) y la tuberculosis.
En este sentido, el país necesita sí o sí que los productores tengan a los animales de sus rodeos sanos. ¿Cómo se logra? A continuación, se enumeran algunos puntos claves:
Calendario sanitario estricto (planes de vacunación).
Desparasitaciones estratégicas.
Aportes nutricionales y minerales adecuados para cada categoría (nutrición).
Control de brucelosis y tuberculosis (Plan Nacional de Erradicación y Control en marcha).
Bienestar animal.
Agua (control bacteriológico y físico-químico chequeados periódicamente).
Análisis previo de los alimentos a suplementar, como granos, silos, subproductos de maíz, algodón y de producciones regionales, para detectar micotoxinas.
Revisación de los toros para control de enfermedades venéreas, que hoy son la primer limitante y también el punto de partida para pensar en aumentar los magros porcentajes de destetes del 60 o 65% históricos en Argentina.
Dar el primer paso
El objetivo del productor de cría es tener un ternero por vaca por año. Por lo tanto, su meta será preñar la mayor cantidad de vacas en el menor tiempo posible. O sea, el primer paso para lograrlo es detectar si sus toros tienen tricomonas o campylobacter, dos enfermedades venéreas que tenemos en la región hace más de 50 años y que al día de hoy, entre un 15 y 20% de los establecimientos ganaderos la tienen.
Un rodeo que tiene una enfermedad venérea, cada 100 vacas preña entre 40 a 70, dependiendo de cuál sea la enfermedad que afecte al rodeo.
En el laboratorio de diagnóstico, tenemos las pruebas puestas a punto desde hace mucho tiempo para detectar los toros portadores o enfermos, e invertimos cada vez más en técnicas moleculares para aumentar la sensibilidad y especificidad; en otras palabras, para que no queden toros positivos sin sacar en el rodeo. Entonces, vale preguntarse porqué no baja la prevalencia de las enfermedades venéreas. Lamentablemente, el laboratorio no es el único eslabón de la dicha cadena. Hay otros puntos críticos de control, a saber:
Alambrados en mal estado.
Potreros seguros.
Vecinos que no controlan sus toros.
Traer siempre la misma cantidad de toros (todos los del campo) las veces que el veterinario va a rasparlos.
Identificación a fuego o doble caravana de la torada.
Manga segura para obtener una muestra adecuada.
El personal de campo capacitado por el veterinario.
El recorredor que tiene que dar aviso pronto ante cualquier anormalidad (si hay más o menos toros de los que metió a servicio).
Tener toros de reemplazo controlados para épocas de servicio, en caso de presentarse alguna lesión en uno de ellos.
Sacarse de la cabeza la idea de que existen “toros vírgenes” y por eso no los revisamos.
No dar segundas oportunidades a la vaca vacía al tacto, el famoso servicio de invierno.
Un punto que hace al ABC del control de las enfermedades venéreas, es que el productor debería tener un servicio estacionado en 90 días como mucho, ya que hay productores de punta que preñan sus vacas en 60 días. De esta manera, se facilitan “todos” los trabajos sanitarios tanto de los terneros nacidos, como de las vacas paridas. Por ejemplo, resulta más eficiente dar una vacuna contra la diarrea neonatal de los terneros en el último tercio de gestación, ya que encontramos la totalidad de las vacas en el último tercio de gestación; programar la nutrición de todas las vacas preñadas según la disponibilidad de pasto o reservas; o la concentración de las pariciones para tener el personal disponible sólo en los 2 meses de parto para su atención y así evitar muertes al nacimiento o perinatales. Y el mayor beneficio, o al menos uno de los más importantes para el bolsillo del productor, es tener una tropa de terneros pareja en kilos cuando desteta, para poder defender mejor el precio de venta de su producto.
Si bien éstas enfermedades venéreas no se transmiten al humano, y claramente no son tratadas en el G-20, representan un flagelo importante para poder desplegar todo nuestro potencial ganadero, y poder aumentar puntos en los porcentajes de destete, con el consecuente impacto que esto tiene en el ingreso de divisas a nuestro país. Por lo tanto, antes de correr, tenemos que caminar y para eso es fundamental dar nuestro primer paso.