En la conferencia organizada por Profertil, la mayor empresa de fertilizantes del país, el especialista Nahuel I. Reussi Calvo explicó que los rendimientos del cultivo de maíz en las regiones pampeana y extrapampeana están limitados en gran parte por la deficiencia de diferentes nutrientes. A nivel nacional se estima que entre un 30-40% del rendimiento del cultivo se le escapa de las manos al productor por una combinación de malas decisiones en diferentes prácticas de manejo, entre ellas se encuentran las relacionadas a la fertilización. En este contexto, para un año con severas limitaciones hídricas e incertidumbre económica surge la pregunta de: ¿Por qué fertilizar el maíz en un año Niña?
“Los rendimientos del cultivo de maíz se han incrementado en los últimos 60 años (107 kg/ha/año) -indicó el Dr. Nahuel I. Reussi Calvo, investigador del CONICET y profesor de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata-. Sin embargo, agregó, aún existe una brecha entre los rendimientos actuales y los alcanzables en condiciones de secano. Estas brechas, del 30 al 40%, se deberían a múltiples causas, desde la salud del suelo hasta las prácticas de manejo del cultivo como la fertilización”. Los balances de nutrientes en maíz han sido históricamente negativos en Argentina, es decir que la remoción en granos supera a la aplicación. Asimismo, numerosas investigaciones en distintas zonas del país han demostrado que la aplicación de nutrientes deficientes en los sistemas de producción permite incrementar los rendimientos hasta un 69% por sobre los actuales. Por este motivo, se considera que parte de la brecha de rendimientos está relacionada con la “brecha de nutrientes”, definida como la diferencia entre los nutrientes actualmente aplicados y aquellos necesarios para lograr los rendimientos alcanzables.
La campaña agrícola 2022/23 se caracteriza por una probabilidad del 80% de que se presente una fase Niña, lo cual limitaría la disponibilidad de agua para el cultivo de maíz en las principales zonas productores del país. A este panorama se suma la muy baja disponibilidad de agua útil en el perfil (<30%) previo a la siembra del cultivo. Frente a este panorama, surge la pregunta de ¿Por qué fertilizar el maíz en un año Niña?. Si bien en años con baja disponibilidad hídrica la respuesta a la aplicación de nutrientes deficientes como el nitrógeno (N) y azufre (S) pueden ser más bajas, aumentos en la disponibilidad de agua durante el período crítico pueden incrementar la respuesta debido al menor aporte por mineralización hasta dicho momento. Respecto a fósforo (P), cuando la disponibilidad es baja, la respuesta al agregado del mismo es mayor en un año seco que en un año húmedo. Trabajos realizados en la región pampeana núcleo han observado mejoras de hasta un 72% en la eficiencia de uso del agua por efecto de la nutrición balanceada. Por lo tanto, la fertilización basada en un diagnóstico correcto permitiría maximizar el aprovechamiento del agua, un recurso escaso en un escenario de gran incertidumbre.
De todos los nutrientes, el N es el principal nutriente que limita la producción del maíz. Las investigaciones en Argentina han permitido generar calibraciones basadas en la disponibilidad de N (0-60 cm). Se han propuesto distintos umbrales de disponibilidad de N (N del suelo 0-60cm + N del fertilizante), los cuales varían desde 125 kg N/ha para alcanzar 7 t/ha de rendimiento hasta 250 kg N/ha para 14 t/ha. Además, el uso de estimadores de la oferta de N mineralizable durante el ciclo del cultivo (ejemplo: medir el nitrógeno anaerobico (Nan) en pre-siembra 0-20 cm), puede mejorar la recomendación inicial de fertilización. Por otra parte, dada la dinámica del N, el uso de sensores de vegetación (de refractancia o transmitancia) o incluso imágenes satelitales de alta resolución son de utilidad para el monitoreo de N.
El P es, luego del N, el nutriente más relevante en la nutrición del cultivo. El diagnóstico de la fertilidad fosfatada se basa en el análisis de suelo en pre-siembra (0-20 cm) que determina el nivel de P Bray. Calibraciones recientes para la región pampeana indican un rango crítico entre 9 y 12 mg/kg, según textura del suelo, por debajo del cual la probabilidad de respuesta al agregado de P es alta. Una vez conocido el nivel de P Bray del suelo, el criterio de fertilización puede definirse como de “suficiencia”, priorizando el cultivo inmediato, o de “construcción y mantenimiento”, priorizando el recurso suelo. La fertilización fosfatada de los cultivos de grano en Argentina se ha realizado históricamente siguiendo el criterio de suficiencia, lo cual ha resultado en balances negativos de P (dosis inferiores a la extracción de P en grano), con la consiguiente disminución de los niveles de P Bray del suelo.
Para S, se han propuesto como umbrales críticos tentativos concentraciones de 7-10 mg/kg de azufre bajo la forma de sulfato (en pre-siembra 0-20 cm), por debajo de los cuales la respuesta es altamente probable. Sin embargo, la caracterización del ambiente resulta fundamental para identificar los sitios con deficiencias: a) suelos degradados, con prolongada historia agrícola y cultivos de alta producción; b) suelos arenosos de bajo contenido de materia orgánica; y/o c) suelos sin aporte de sulfato por presencia de napas freáticas superficiales. Además, es común observar una relación positiva con la respuesta a N, frecuentemente de carácter sinérgico.
En los últimos años, en toda la región pampeana, se han incrementado los casos de deficiencias de Zn en maíz, con respuestas de rendimiento que oscilan entre 5% y 10%. Se ha calibrado el análisis de suelo en pre-siembra de Zn por el método DTPA (en pre-siembra 0-20 cm), con alta frecuencia de respuesta a la aplicación con valores menores de 1 mg/kg.
En síntesis, la campaña 2022/23 se presenta con un escenario hídrico complejo para el cultivo de maíz, por lo tanto, resulta clave realizar una adecuada evaluación hídrica y un correcto diagnóstico de la fertilidad para la recomendación de fertilización de cada lote y ambiente dentro del lote, con el objetivo de aumentar la productividad y rentabilidad siendo eficientes y efectivos no solo en el uso de los nutrientes sino también del agua.