Productores de la Chacra Aapresid América repasan las estrategias que los ayudaron a sortear precipitaciones de hasta 170 mm en pocas semanas.
A lo largo del último verano, una vasta región del oeste bonaerense, en torno a la localidad de América, sufrió los embates de lluvias que alcanzaron los 170 mm en pocas semanas. Esto generó ascensos de las napas en bajos salinos y provocó importantes inundaciones.
Pero en la zona, hay 10 empresas agropecuarias y productores que desde hace 4 años buscan darle batalla a la aspereza de estos ambientes a través de estrategias de manejo que permitan mantener y/o mejorar su capacidad productiva. Lo hicieron aliándose con expertos de INTA y de la UNLPam y creando la Chacra Aapresid América.
Según explica Luciano Lehr, Responsable de Desarrollo de la Chacra (RTD), las estrategias basadas en buenas prácticas agronómicas que se vienen implementando están mejorando los ambientes. “Si bien estas mejoras llevan tiempo, ya vemos avances significativos en diferentes zonas bajas y ambientes específicos”.
Conocer cada ambiente
Partiendo de que “no se puede mejorar aquello que no se mide ni se conoce”, la primera estrategia aplicada por la Chacra fue la identificación y caracterización precisas de cada ambiente, de manera de saber qué hacer en cada caso.
Esto se hizo con imágenes satelitales, medición de NDVI (Índice de vegetación de diferencia normalizada), instalación de freatímetros para medir las napas, análisis de topografía y relevamientos de la vegetación natural en ambientes con limitantes hídricas y salinidad.
Otra de las herramientas generadas en esta línea fueron los mapas de riesgo hídrico, que indican cuáles áreas son más susceptibles a inundaciones por precipitaciones abundantes. Con esta información los productores pueden planificar mejor su estrategia de manejo.
‘No perderle pisada’ a la napa
De la mano del especialista de INTA Horacio Videla (uno de los expertos asociados de la Chacra), se ajustó un modelo para la predicción de nivel de napa, que permite predecir la altura de la napa con buena precisión hasta 6 meses en adelante y ajustar la rotación de cultivos para impedir que esta ascienda a niveles riesgosos.
Un diagnóstico temprano de la napa, tanto visual a través de calicatas como analítico (que aniones y cationes presenta) es otro punto clave. “En las últimas recorridas de campo con el especialista de INTA Cristian Alvarez, aprendimos a identificar distintos tipos de napa y sus riesgos. Descubrimos que existen las llamadas “napas tramposas”, cuya salinidad puede aumentar, silenciosamente, de valores bajos y más ‘inofensivos’ (CE de 1) a valores muy altos (CE de 9), dañando severamente a los cultivos”.
Según explica Lehr, “estas napas se diferencian de las otras napas salinas en que sus efectos no son inmediatamente visibles en superficie y no se desarrollan sobre ella las típicas plantas indicadoras de salinidad, como carnosa y pelo de chancho. Acumulan sales de manera silenciosa que se van depositando subterráneamente. Estas sales dificultan la extracción de agua del suelo por parte de los cultivos, e incluso cuando precipitan pueden actuar “desconectando” completamente el acceso de las raíces a la napa. Es decir, la napa está, pero es inaccesible para el cultivo”.
Reemplazar “evaporación” por “transpiración”
Una de las principales estrategias para limitar el anegamiento y la salinización es la rotación de cultivos, basada en la intensificación (maximizando el tiempo en que el suelo está cubierto de plantas vivas) y la incorporación de especies tolerantes a la humedad y salinidad.
Mantener el suelo siempre en producción y evitar los barbechos largos, no solo mejora la infiltración del agua sino que contribuye a consumir excesos hídricos que puedan perjudicar a los cultivos y evitar el acceso de sales.
La implementación de cinturones con vegetación tolerante alrededor de las áreas vulnerables es otra práctica que actúa como barrera ayudando a mitigar los efectos negativos del exceso de agua y protegiendo a los cultivos. Lo mismo la utilización de pasturas perennes en las partes más altas para cortar los flujos de agua.
Adecuar el manejo de los cultivos de servicios es otra clave. “En función de la profundidad de la napa se toma la decisión de cuándo conviene secarlos. Si la napa está cerca de la superficie, tratamos de mantener el CS en crecimiento y consideramos una siembra tardía”, precisa el RTD.
Las secuencias anteriores se aplican con herramientas que también ayudan a lidiar con las sales y la humedad. Así por ejemplo, las siembras aéreas son aliadas para no interrumpir los tiempos de cobertura, permitiendo establecer cultivos de servicios sobre cultivos de verano aún en pie.
El rolado como práctica de remoción de la cobertura para facilitar la sucesión de especies de la comunidad vegetal, y las ‘siembras a surco abierto’ son otras estrategias importantes. Esta última implica sacar las ruedas tapadoras de la sembradora para mejorar la implantación de pasturas y verdeos, ya que reduce el efecto de “planchado” y sellado superficial que genera el sodio.
Foto. El rolado como práctica de remoción de la cobertura para facilitar la sucesión de especies de la comunidad vegetal.
Aunque la amenaza de inundaciones sigue presente, estas estrategias ayudan a bajar la presión del frente de agua y atenuar los impactos de veranos lluviosos como el último. Además nos ayudan a convivir con estas limitantes mejorando la calidad de los ambientes.