Herramientas para el control de Dalbulus maidis, la chicharrita que transmite Spiroplasma, una enfermedad que avanza en el norte y puede provocar pérdidas de hasta el 70%.
Si´ntomas de Spiroplasma que produce el achaparramiento del maíz. A la izquierda: hojas rojizas, entrenudos cortos y múltiples espigas; a la derecha: infertilidad de la espiga. Créditos: Ing. Agr. Alejandro Ramos (Chacra Sacháyoj Aapresid) e Ing. Agr. Victorio Morand (RTD Chacra Sacháyoj Aapresid).
El achaparramiento del maíz, producido por Corn Stunt Spiroplasma (CSS) o Spiroplasma, es una enfermedad transmitida por una chicharrita que afecta principalmente al norte del país. Es una de las más temidas por los productores por su enorme potencial de daño: las pérdidas de rendimiento pueden superar el 70%. En esta nota la Red de Manejo de Plagas de Aapresid (REM) trae las claves para el manejo del vector de esta enfermedad.
Sobre Spiroplasma y su aliada, la chicharrita
El agente causal de la enfermedad es la bacteria Spiroplasma kunkelii, patógeno transmitido por la chicharrita Dalbulus maidis al alimentarse. Al igual que la bacteria, el insecto tiene preferencia por el maíz. Se la reconoce por su tamaño muy pequeño y su color amarillo pajizo con dos manchas redondas negras sobre el vértice de la cabeza. Esta plaga puede transmitir además otras enfermedades asociadas al CSS, como Fitoplasma (Maize Bushy Stunt, MBS) y Virus del rayado fino (MRFV), pudiendo presentarse combinadas.
Dalbulus maidis presenta por lo menos cinco generaciones desde noviembre a mayo. Sobreviven el invierno en “puentes verdes” y luego colonizan rápidamente el maíz temprano siguiente. “Los inviernos benignos y secos de las últimas tres campañas podrían haber favorecido a la supervivencia de adultos de esta especie en cultivos como trigo, sorgo y diversas malezas”, comenta la especialista Macarena Casuso (EEA INTA Las Breñas).
Monitoreo de Dalbulus maidis
El monitoreo de este insecto no es fácil debido a su tamaño y velocidad. Su invasión se da en en los primeros estadios de desarrollo, localizándose principalmente en el envés de las hojas en torno a la nervadura central. El mayor problema lo tienen los maíces tardíos sembrados en diciembre y enero que son los que reciben los picos poblacionales de la plaga.
Se recomienda realizar un muestreo sistemático semanal de 10 repeticiones en 10 plantas cada una, tomadas al azar, desde la emergencia de la plántula hasta alcanzar el estado vegetativo con 7 u 8 hojas expandidas. En nuestro país aún no existe un umbral para el control de esta chicharrita, de manera que para combatir la enfermedad es fundamental llevar adelante un manejo integrado.
Foto. Dalbulus maidis, la chicharrita que transmite el achaparramiento en maíz.
Estrategias de manejo integrado: híbridos, control químico y otras
Una de las grandes estrategias es la utilización de híbridos tolerantes al achaparramiento. En cuanto a alternativas químicas se pueden emplear terápicos de semillas y aplicaciones foliares durante los primeros estadios del cultivo. Es de destacar que no hay productos registrados para la plaga, pero sí para otra chicharrita vector del virus del mal de Río Cuarto (Tabla 1).
Tabla 1: Dosis y formas de uso recomendadas de diferentes principios activos registrados para el control de Delphacodes kuscheli (vector de MRCV) (adaptado de CASAFE, 2019).
Sin embargo, diversos estudios han mostrado que un buen control sobre el vector no necesariamente asegura el control de la enfermedad. Esto se debe a que la chicharrita puede alimentarse de varias plantas antes de morir o pueden ingresar individuos infectados de lotes vecinos.
Es por ello que el manejo efectivo de Spiroplasma debe combinar otras estrategias tales como mantener el lote libre de maíz guacho 90 días antes de la siembra para evitar la fuente de inóculo de la enfermedad y que los adultos invernantes dejen descendencia, acortar las ventanas de siembra y evitar siembras escalonadas, asegurar una nutrición balanceada del cultivo y diversidad en la secuencia de rotaciones.